jueves, marzo 15, 2007

Más allá de la inspiración

Lo divertido de la inspiración es que siempre llega cuando menos la necesitas; en mi caso, se me ocurren las mejores ideas (las mejores relativamente, claro, porque no estoy segura de que ninguna de mis ideas 'literarias' sea especialmente genial -y no es falsa modestia, sino falta de constatación externa de mis aptitudes-), por ejemplo, cuando estudio para un examen, tengo algún curro urgente que entregar o estoy metida de lleno en el que parecía interminable trabajo de mi máster, un máster que me ha proporcionado muchos números comunistas en mi ya exigua cuenta corriente y ninguna expectativa laboral... por el momento. Pero mi fe a ese respecto en mucho menor aún que la que tengo en la iglesia católica, sobre todo si a ella viene unida su ínclita COnferencia EPiscopal y emisoras radiofónicas dependientes.

Pero a lo que íbamos; como habréis visto hablaba en pasado: el ingrato mamotreto está finalizado y en poder de mis profesores, que espero consideren mis personales circunstancias (el muy justificado, he de decirlo, motivo por el que estoy de baja laboral) a la hora de puntuarlo, porque no creo que con él me gane el cielo intelectual. No obstante, ya está, y ahora a otra cosa mariposa. Por ejemplo, mi blog y mi novela, todo eso aderezado con mi búsqueda laboral porque ya sabéis que en mi empresa están haciendo tal limpieza y desinfección que ni con Don Limpio, y espero antes del 31 de marzo que finaliza mi contrato, un día después de mi cumpleaños, vaya regalo, mi carta de despido. Sin embargo, para conseguirlo necesito recuperar esa inspiración que tanta lata me daba, llenándome la cabeza de ideas e imágenes que nada tienen que ver con la Cooperación Internacional, la misma inspiración que supongo que se habrá hartado de mi pasotismo, habrá hecho las maletas y se habrá ido a buscar otros climas creativos más cálidos.

Y para calidez, la que se crea en las reuniones multitudinarias, por ejemplo en las manifestaciones. Y más si las personas que las integran se han dirigido al lugar del encuentro en autocares provistos de calefacción, bien comidas y bebidas, y habiendo calentado su espirítu con algún vídeo aleccionador del tipo La túnica sagrada o Teresa de Calcuta (que conste que no me estoy burlando de la fe cristiana, sino del uso interesado y las interpretaciones fundamentalistas que hacen de ella algunos sectores). Allá habrá ido mi inspiración, provocando, así es de caprichosa ella, el recuerdo de lo que todos deberíamos olvidar (a saber, que este país una vez tuvo por bandera la preconstitucional del "pollo*", con todo lo que eso implica) y el olvido de lo que todos deberíamos recordar (que la negociación y el diálogo, estas palabras que siempre tuvieron significado positivo hasta que fueron criminalizados por los que todos sabemos, no son sólo patrimonio de este gobierno, ni siquiera si se interpretan como "debilidad", "cobardía" o "cesión al chantaje"), y ocasionando también que ciertos líderes aumenten su capacidad de utilizar conceptos de la más pura demagogia manipulando los cerebros demasiado cansados para ir más allá del tópico de la población e impidiéndonos ver que la medida que se tomó era perfectamente legal... aunque no nos guste; el etarra protagonista de todo este circo había cumplido su condena por los asesinatos que cometió, sin más reducciones que las que reciben la mayoría de los presos de este país de cárceles saturadas, y ahora sólo se le juzgaba por sus artículos proterrorismo; y también cumplirá esta pena, aunque en arresto domiciliario.

Pero es difícil ir más allá de las inspiraciones manipuladores de nuestros líderes, sobre todo si se trata de un tema que nos toca tanto la fibra sensible como es el del terrorismo y sus víctimas, y yo lo comprendo. Y también comprendo que muchos ciudadanos disientan de que el gobierno no haya dejado a De Juana llevar la huelga de hambre (que no olvidemos que eligió libremente) hasta sus últimas consecuencias, y que por ese motivo, y no otro, hayan asistido a la manifestación: disentir es democrático y tener criterio nos hacer ser humanos inteligentes. Muy difícil; y, al contrario, es fácil sentirse indignado cuando se contempla cómo los terroristas, en lugar de arrepentirse de haber derramado sangre para llegar a sus metas políticas (muy lícitas si quisieran implantarlas sólo con medios pacíficos), que es lo que tocaría, llegan al extremo de insultar a los familiares de su víctimas, por ejemplo.

Y es que acabar con la violencia es la máxima aspiración de la mayoría y muchos estarían dispuestos a hacer muchos sacrificios y numerosas concesiones para conseguirlo, lo que les hace proclives al error; para otros, sin embargo, es más poderoso el deseo de justicia o venganza, según como se mire, tan poderoso que asimismo les aparta de lo razonable. Estas dos posturas, con todas sus carencias y limitaciones, están en la ciudadanía y para el gobierno queda el ímprobo trabajo de conciliarlas de la manera más acertada posible, un trabajo que va más allá de cualquiera inspiración de un momento y en el que aún le queda mucho hombro por arrimar. Pero lo que no se puede tolerar es que se manipule con afán partidista estas dos voluntades: es un terrorismo no peor que el de ETA, jugar de esta cruel forma con los sentimientos de las víctimas y de los que se solidarizan con ellas, pero casi.

Así que trabajemos todos; el gobierno en su proceso, o en lo que queda de él, yo en mi novela, y dejemos de lado el ruido y la furia, inspiradores de nada constructivo: sólo de odio estéril.


*Llamo así, y lamento si alguien se ofende, a la bandera del águila de San Juan Evangelista, símbolo de Isabel la Católica, que fue utilizada por el régimen franquista y derogada en 1981 (por lo cual un poco constitucional sí que lo es). Yo personalemente no tengo nada en contra de las banderas preconstitucionales, sólo en contra de ésta por lo que simboliza; recordad, amigos, que mi bandera preferida es mucho más preconstitucional (refiriéndonos a la Constitución de 1978, claro).

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