martes, mayo 22, 2007

Hoy es uno de esos días

Hoy es uno de esos días en los que necesito un amigo. Un amigo cercano, abierto, deseoso de comprender. Sí, es uno de esos días. De esos días en los que el peso de la realidad se te hace imposible de sobrellevar sin ayuda. De esos días en los que necesitas compartir el peso de la realidad, no, ni siquiera el peso, sino sólo la presión que te causa tal peso.

Un amigo cercano. Pero no. Mis amigos están lejos. ¿Lejos en la geografía? Bien, sería una manera de decirlo. La distancia entre las mentes humanas tiene también algún componente físico. Lejos en la geografía material y humana, lejos con la distancia que existe entre el mundo real y el mundo de la ficción.

Ni siquiera puedo volver a mi novela. Ni siquiera puedo soñar ya que soy uno de sus personajes, con sus éxitos y sus fracasos relativos y su vivencia absoluta. Mi mundo de estrellarse infinitamente contra paredes no sólo está lejos de ese mundo inventado que yo creé estérilmente, sino del resto de los mundos existentes, posibles e imposibles. ¿A qué infierno sartriano se me ha condenado? ¿Por qué nada de lo que realizo tiene una consecuencia, un resultado? ¿Por qué las viviendas a cuyas puertas llamo siempre están desierta,s cualquiera que sea la hora y el día en que lo haga?

Sólo quiero ser útil. Por egoísmo, no nos engañemos, por simples deseos de cumplir lo que creo es mi destino. Sólo quiero crear mundos falsos que alivien a los condenados, que hagan creer en que el dios del mal no ganó ya la batalla hace mucho tiempo.

Me pesa el peso de la realidad. Me pesan las mujeres maltratadas, los violadores en libertad, los políticos que utilizan la sangre para lavar sus mentiras y deslizarse hacia el poder. Me pesan los padres que quieren matar a sus hijas de cinco años en venganza por la violación a la que han sido sometidas, en un absurdo y cruel acto de costumbre, de miedo, de sumisión a la clase dominante, me pesan las familias desintegradas de los países en guerra, las madres que pierden a sus hijos, me pesan los campos de refugiados donde se agoniza de maneras impensables, me pesan las naves industriales donde se hacinan los inmigrantes con sus niños no escalarizados, mientras los empresarios de la zona temen porque les rasguñen sus poltronas.

Me pesa que el mundo sea como sea. Me pesa no poder hacer nada por aliviarlo. Me pesa no querer hacer nada por aliviarlo.

Me pesa la lejanía de mis amigos. Me pesa haber crecido en una familia donde no puedo ser más que una flor rara, y por eso mismo despreciada.

... pero, después de todo, eso no es importante. Puedo con ello. Puedo, si puedo decirte a ti, quienquiera que seas, que estás lejos, dos o tres mil mundos más allá, cuán difícil es para mí seguir creciendo sin apoyo, anclada en una adolescencia que nunca pudo darse. Tan difícil que quiero renunciar cada día. Tan difícil que algún día quizá lo haga.

Hoy es uno de esos días en que necesito un amigo. Hoy es uno de esos días en que necesito que el mundo real no sea más la pesadilla de una noche.

Ambas cosas tienen la misma posibilidad de ser ciertas.


La imagen pertenece a www.arteatonal.com/fotografia/amistad.jpg

Etiquetas: