jueves, diciembre 29, 2005

Navidades tópicas o no tanto

La ola de frío siberiano se acerca, o al menos así lo dicen las noticias. Y este año no puedo con él. Deberíais verme: llevo por lo menos tres capas de ropa (estoy de cualquier manera menos sexy).
Y es que el contraste con lo que estaba viviendo hace exactamente un mes es brutal: 25º, en un enclave hippytropical (presidido por una enorme foto del Che), vestida con un bikini rosa y tumbada en una hamaca leyendo libros antiglobalización, al mismo tiempo que escuchaba reggae y me ponía hasta arriba de ron Capitán Morgan. Cada tanto, un bañito, una tibia agua azul turquesa a apenas diez metros de playa de color nácar... El viaje, por muy exclusivo que parezca, es asequible para una persona de mi nivel (ya sabéis, profesional joven con curro precario), aunque haya sido a base de bastantes sacrificios. Pero el hecho de que el paraíso esté, hoy en día, al alcance de muchos, no me hace olvidar aquellos alrededor de los cuales ronda el infierno.No puedo dejar de pensar en ese mes de viaje que pasé en África Oriental. Me sorprendió, sobre todo, Uganda, donde tuve la oportunidad de vivir aventuras emocionantes sobre las aguas del Nilo y en el PN de Kibale que algún día os explicaré. Es un país exhuberante, tranquilo, y donde se adivina un cierto esfuerzo oficial hacia el desarrollo, incluso con perspectiva de género... naturalmente, estuve en el Sur. Pero no descarto viajar al Norte alguna vez, per motivos más profesionales que lúdicos, quizá en el marco de algún proyecto de cooperación. Es una posibilidad... remota, como tantas.Desde Zanzíbar al Norte de Uganda, a Congo, a Zimbabwe, no hay tantos kilómetros.

Desde mi pueblecito en mitad de la montaña y cercano a la costa a las viviendas degradadas del Raval de Barcelona o del centro de Tortosa, donde las personas venidas de fuera huyendo de guerras como las de estos países, o quizá de situaciones aún peores, malviven hacinados en pocos metros careciendo de la mayor parte de los servicios, aún menos.

Así son las cosas, y sólo denunciarlas no hará que cambien...

Algún día volveré a África, y no sólo a acabar con toda la provisión de ron de Zanzíbar. Tampoco a reencontrame con mis recuerdos (que son muchos y muy variados, si yo os contara...). Ni siquiera porque crea que algo que yo haga podrá cambiar el mundo, o tan sólo mejorarlo un poco. Quizá sólo vuelva para no vivir engañada pensando que el paraíso está detrás de la última videoconsola o el nuevo modelo de frigorífico. Y si puede ser, intentaré que otros dejen de estar engañados.

Mientras, intento pasar este frío polar como buenamente puedo, aunque las noticias que me llegan de cómo algunos viven el espítu navideño, por ejemplo quemando a indigentes, me calientan bastante y no sólo por la referencia al fuego. El paraíso y el infierno en la vida de esa mujer también estuvo próximo: desde un buena posición laboral cayó en manos de unos probablemente consumidores compulsivos de videojuegos a los que el nefasto sistema educativo de nuestro país, que no parece que vaya a mejorar, no les enseñó a pensar por sí mismos ni les inculcó valores.

Confío que después de las llamas vuelva a reencontrase con algún tipo de cielo, ya sea con angelitos, rencarnación o, simplemente, silencio.

Etiquetas:

2 Comments:

At 19:13, Anonymous Anónimo said...

Greets to the webmaster of this wonderful site. Keep working. Thank you.
»

 
At 23:20, Anonymous Anónimo said...

Really amazing! Useful information. All the best.
»

 

Publicar un comentario

<< Home